Ibuprofeno o paracetamol: diferencias, usos y riesgos de confundirlos

El ibuprofeno y el paracetamol (también conocido como acetaminofén) son dos de los medicamentos más consumidos en México y el mundo. Aunque ambos se emplean para aliviar el dolor y la fiebre, su mecanismo de acción y efectos sobre el organismo son diferentes. Conocer sus usos específicos es fundamental para evitar confusiones que podrían tener consecuencias médicas.

El ibuprofeno pertenece al grupo de los antiinflamatorios no esteroides (AINEs). Esto significa que, además de reducir el dolor y la fiebre, tiene la capacidad de disminuir la inflamación, lo que lo hace especialmente útil en casos de golpes, esguinces, artritis, dolor dental o dolores musculares. Su efecto se debe a que bloquea la producción de prostaglandinas, sustancias responsables de causar inflamación y dolor en el cuerpo.

Por su parte, el paracetamol no tiene propiedades antiinflamatorias significativas. Su acción se centra en el sistema nervioso central, donde bloquea los receptores del dolor y ayuda a bajar la fiebre. Es la opción preferida para dolores leves o moderados, como dolor de cabeza, fiebre, molestias menstruales o resfriados comunes, especialmente en personas que no toleran los AINEs o tienen problemas estomacales.

Una de las principales diferencias entre ambos radica en su efecto sobre el sistema digestivo. Mientras el ibuprofeno puede irritar la mucosa gástrica y causar molestias estomacales o úlceras si se toma en exceso o con el estómago vacío, el paracetamol es más seguro en ese aspecto. Sin embargo, el exceso de paracetamol puede afectar seriamente el hígado, por lo que se recomienda no superar las dosis indicadas.

De acuerdo con especialistas en farmacología, combinar ambos medicamentos puede ser útil en ciertos casos, siempre bajo supervisión médica. Esta práctica se utiliza, por ejemplo, en infecciones respiratorias o dolores intensos en los que se busca aprovechar las ventajas de ambos fármacos. No obstante, automedicarse sin orientación profesional puede provocar interacciones o efectos adversos.

Los médicos recomiendan que las personas con antecedentes de gastritis, úlceras o insuficiencia renal eviten el ibuprofeno, mientras que aquellas con enfermedades hepáticas o consumo frecuente de alcohol deben limitar el uso del paracetamol. En ambos casos, la dosis y frecuencia dependen del peso, la edad y la condición clínica de cada paciente.

Confundirlos o alternarlos sin criterio puede tener consecuencias. Tomar ibuprofeno en exceso puede elevar la presión arterial y afectar los riñones; el abuso del paracetamol puede causar daño hepático severo. En situaciones de fiebre persistente o dolor prolongado, la recomendación es consultar a un médico para identificar la causa y definir el tratamiento adecuado, en lugar de prolongar el uso de analgésicos de venta libre.

La popularidad de estos medicamentos también refleja un hábito preocupante: la automedicación. En México, se estima que más del 60% de las personas recurre a analgésicos sin receta, lo que incrementa el riesgo de intoxicaciones o complicaciones crónicas. Las autoridades sanitarias insisten en que, aunque sean de venta libre, ambos fármacos deben usarse con precaución y siempre respetando las indicaciones del envase.

En conclusión, el ibuprofeno y el paracetamol son herramientas efectivas cuando se usan correctamente, pero conocer sus diferencias es clave para su uso responsable. Mientras uno combate la inflamación, el otro alivia el dolor sin irritar el estómago. La clave está en no confundirlos, seguir las dosis recomendadas y recordar que ningún medicamento sustituye la orientación médica.

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